SEMANARIO 9 (26/30 ABRIL)
Esta semana voy a destacar un pequeño conflicto entre un alumno de segundo de primaria y yo. Ha sucedido en la hora de educación física, cuando estábamos realizando un circuito y este alumno decía que otro compañero se le había colado, a lo que yo respondo que no es cuestión de quedar primero sino que es un circuito y que cada uno lleva un ritmo.
Ante esta situación, el alumno vuelve a la fila y dice “maestra caca” con tono despectivo hacia mi, por lo que lo castigo sin realizar más el circuito y finalmente, se lo comunico al profesor, que no estaba presente en ese momento.
El profesor comunicó la situación a su familia y a la hora de la salida, el padre del alumno vino a disculparse. Tuvimos una conversación el profesor, el padre del alumno, el alumno y yo a cerca del comportamiento negativo que está teniendo estas últimas semanas y como poder solucionarlo, pidiéndome disculpas en varias ocasiones su padre. La implicación de las familias es máxima y eso me sorprendió bastante en este caso, ya que se ve que intentan que el alumno cambie pero este no pone de su parte.
Como ya dije en otra entrada semanal, la implicación de las familias es crucial. En esta entrada voy a tratar el tema de la competitividad entre el alumnado que es lo que, en este caso, generó el conflicto.
La competitividad en el aula es necesaria para lograr unos objetivos, pero es necesario revisar cómo la definimos. Si la definimos desde posturas genéricas y extremas como “se gana” o “se pierde”, estaremos fomentando en nuestros alumnos una baja autoestima, inseguridad y estrés. Por otra parte, si los alentamos hacia la perfección, rechazarán aquellas tareas o actividades donde no se sientan seguros y jamás aprenderán a afrontar y gestionar el fracaso.
La competencia sana busca un equilibrio entre el deseo de evolución y auto-superación de los alumnos sin desembocar en una competitividad feroz que repercuta en un ambiente negativo para todos y frustrante para muchos.
En mi opinión, y por lo que he podido observar en los distintos períodos de prácticas, se está educando al alumnado desde una competitividad excesiva. es decir, creamos alumnos con ganas de ser los primeros o los mejores en todo, en lugar de querer aprender a su ritmo e independientemente del ritmo que lleven el resto de compañeros. Este aspecto debería trabajarse de forma transversal en los centros, además de trabajarlo en casa con las familias, y resaltar en todos los casos que no es mejor el que acaba las tarea primero, sino el que cuando acaba la tarea, ha hecho todo lo que ha podido y ha aprendido; tenemos que contar más el proceso del alumnado en comparación a su esfuerzo y capacidades que el resultado del trabajo final en sí. Eliminando la competitividad daremos lugar también a una mayor motivación en el alumnado que no se sentirá frustrado cuando un compañero acabe antes que él.
Referencias:
Iddocente (16 de enero de 2019). Competitividad en el aula: ¿sana o insana? [Innovación y Desarrollo Docente]. Recuperado de: https://iddocente.com/competitividad-aula-sana-o-insana/
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